Lo mejor de la
película: Su belleza narrativa, la delicadeza con la que aborda el tema del
duelo, su guión que parece un precioso poema y el extraordinario trabajo de Ben
Wishaw (su Richard es un personaje
inolvidable).
El momento de la
película: Tras pasar más de una hora del metraje sin contarle a la madre que Kai era gay,
Richard enfrenta la verdad y se desahoga en un pequeño monologo. La mirada de
la madre desvela que hay cosas que no necesitan ser contadas, porque ya se
sabía o se intuían.
La frase de la
película: - Tienes una casa llena de
recuerdos, ¿Por qué no puedo tener las cenizas?
- Quiero esparcirlas
en un lugar, que creo, a Kai le gustaría.- ¡Era mi único hijo!
- Era mi vida, mi cora….
Lilting aparenta contar algo tan sencillo como el duelo de la madre y el novio de un chico fallecido, y acaba siendo una película preciosa sobre el dolor, la comunicación, la generosidad y la empatía.
Dos seres humanos que tienen en común la pérdida del ser que
más quieren, pero dos maneras de afrontar esa pérdida.
Una mujer china que vive en un geriátrico de Londres, incomunicada
no solo por el idioma, sino también por su actitud de vivir aislada de la ciudad
y la cultura que la acogieron hace 29 años, atada a sus recuerdos por una
cuerda inquebrantable.
Un joven treintañero
generoso y amable que trata de gestionar un dolor que le sobrepasa.
Entre ellos una traductora que representa la mirada del
propio espectador, asiste al puente que se establece entre estos dos seres
destinados a entenderse.
Tres actores fantásticos pero sobre todo una interpretación,
la de Ben Wishaw en puro estado de gracia.
Su trabajo es tan conmovedor, profundo, triste y bello que
como espectadora no puedo más que querer a este Richard al que deseas que la
vida regale un poco de tranquilidad para soportar el dolor.
La lección de generosidad, comunicación y empatía que nos da
este personaje es apabullante. A pesar del duelo que nos transmite, su mayor
esfuerzo radica en querer acercarse y conectar con la madre de su pareja a la
que no entiende ni con traductora ni sin ella.Los gestos, las miradas, la cabeza gacha de quien se siente derrotado y la incapacidad de terminar las palabras marcan con sutilidad el trabajo de Wishaw absolutamente brillante.
Y es que al final lo que plantea la película es que
probablemente no sea el idioma lo que nos hace sentirnos incomunicados, sino
la indeferencia por entender al de
enfrente.
Y los puentes solo se crean con la empatía, con ponerse en
el lugar del otro y escuchar, sin comparar cual es el dolor más grande. Es entonces, sentados alrededor de una mesa cuando Richard y Junn ya no necesitan traductora, porque no necesitan entender las palabras, lo importante es lo que está detrás.
Si estos dos seres acaban encontrando un camino de
comprensión es gracias a Richard y su instancia con esta señora y su bienestar,
y esta empatía nace del profundo amor que sentía hacia Kai.
Primera película del director Hong Kahou, donde todos sus planos destilan elegancia y una mirada personal y sosegada, sin necesidad de apabullar al espectador. Acierta al de tomarse las cosas con calma y contar la historia que desea sin buscar el impactar de manera gratuita. Mientras otros directores buscan en su opera prima el dejar huella pecando de contar mucho por miedo a no tener más oportunidades de hacerlo, Kahou cuenta lo que quiere contar de manera maravillosa.
Un poema visual de apenas 86 minutos, suficientes para
contar lo que quiere contar con una belleza serena, sin derrapar en
sentimentalismos, directa al corazón sin necesidad de edulcorantes.
Historia de soledad miedos sentido de culpabilidad sentimientos emociones Lenguaje no verbal impresionante Menudas miradas!! Llega un momento en que incluso sobra la intérprete y eso que ella se mete tanto en la situación que hasta confunde el uso de los pronombres personales yo/ella
ResponderEliminarLa interprete es fantástica y que ironía que la comunicación entre ellos llegue cuando no la necesitan!
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