jueves, 7 de enero de 2016

Cine: Palmeras en la nieve (de Fernando González Molina) ________ Solo faltaban Cristal, Luis Alfredo y La dama de rosa.


Lo mejor de la película: Que antes de entrar al cine vi que van a proyectar este mes la obra de teatro Hamlet con Benedict Cumberbatch desde Londres en pantalla grande!.... a, no, que se trata de lo mejor de la película…. ummm…. Quizás Adriana Ugarte haciendo lo que puede con lo que le dejan, las miradas de Emilio Gutiérrez Caba, y que sale Fernando Cayo aunque solo sea dos segundos y medio.

El momento de la película: El brutal acto que desencadena toda la tragedia y el desenlace de la película.

La frase de la película: Que miedo tenéis los blancos a que os comamos.

La mayor queja que he escuchado de las personas que han visto la película de Fernando González Molina es que dura demasiado. Ayer al salir del cine pensé que ojalá, realmente, ese hubiese sido el mayor problemas de Palmeras en la nieve. Que la película no tuviese problemas en el guión, en las interpretaciones, en la música. Ojalá que su problema hubiese sido la duración, solo la duración.
Me acerque al cine sin haber leído la novela de Luz Gabás, por lo que mi noción de su argumento era más bien vaga.
De repente se desplegaron ante mí las dos horas y cuarenta y cinco minutos más telenoveleras que había visto en mucho tiempo.
Tuve la constante sensación que en algún momento aparecería Catherine Fulop para preguntar por Luis Alfredo, mientras vestida como una dama de rosa se hacía llamar Cristal.
Y es que aunque la Fulop tiene acento venezolano no hubiese desentonado mucho con los acentos desplegados en la película, uno de Huesca que suena a gallego, y un acento guineano que suena a una especie de húngaro/ árabe mal lavado.
No una, ni dos, hasta tres historias de amor para una película en el que la Historia es lo de menos. Unos pequeños trazos de cómo España tenía colonizada Guinea Ecuatorial y como trataba a los esclavos, eso sí, sin hurgar demasiado en la herida no sea que haya gente que la considere demasiado poco patriótica. Y de paso, al final nos muestran como los rebeldes que consiguieron la independencia de su país eran unos violentos con el pobre Mario Casas, o sea Kilian, que el pobre lo único que había hecho era enamorarse de una nativa. No que su personaje hubiese pegado con un látigo a un esclavo al principio de la película, ni se hubiese acostado pagando con una chica negra durante meses, ni hubiese sido trabajador de una plantación exigiendo y explotando a los esclavos.
Todo eso  se nos olvida porque Mario Casas sale sin camiseta y pone mirada de intenso, y dice esas frases de Corín Tellado tipo “todos estos hombres pasan años sin ver a sus mujeres, ahora yo soy uno de ellos”.
Esta es solo una de las varias frases en las que me quede anclada a la butaca de la vergüenza ajena que me iba invadiendo, aunque ninguna superada por esa perla de literatura “mi cuerpo no es virgen, pero mi corazón si, yo te lo entrego”
Pero como no solo de frases grandilocuentes que crean vergüenzas ajenas vive el espectador hay una escena de sexo en la playa entre el personaje de Adriana Ugarte y el personaje del nativo que riete tú de los anuncios del desodorante Fa.
Palmeras en la nieve le encantará a esa gente que dice que el amor mueve el mundo y que no sabe vivir sin estar enamorado. Ese tipo de pensamiento que hace ver el mundo de color rosa sin importar que la película esté tapando de manera bastante elocuente la situación de una Guinea explotada por españoles durante años.
Dividida en dos partes, la primera parece más amable y dulce en el que los protagonistas (insisto que hay hasta TRES historias de amor) se conocen o se nos dan a conocer y la segunda más oscura en el que uno de los personajes comete un acto atroz que le convierte en el villano, imposible de salvar ante es espectador pero que en la película solventaran con enviarlo de nuevo a su pueblo natal. La justicia era eso, la vuelta al hogar, no pagar por la crueldad cometida.
No voy a entrar en hablar de lo mal hilvanada que está la parte actual con la parte del pasado y lo descolgada que queda el personaje de Adriana Ugarte, pero si comentar la gracia que me hizo lo fácil que les resulta a los dos hermanos protagonistas viajar de Huesca a Guinea, tan sencillo que la carretera de Vitoria- Bilbao y sus 50 minutos me parecen a día de hoy un viaje interplanetario.
Mucho se ha comentado también lo flojo que está Mario Casas (que benevolentes somos a veces con los adjetivos) y que poco se comenta el trabajo de Macarena García, esa chica que gano un Goya por la película Blancanieves, y menos mal, porque el día que escuchamos su voz se vio que esta chica fue un espejismos visual.
Pena de mi querida Adriana Ugarte, una de las cuatro mejores actrices jóvenes españolas, que intenta con su talento y su belleza hacer algo digno con un personaje que no se sabe si va o viene y que durante la primera hora de la película solo sale dos veces.
En definitiva, que les hubiese salido mucho más a cuento convertir Palmeras en la nieve en una telenovela de sobremesa, de esas que echan después del telediario en el que los protagonistas terminan juntos, hubiese sido más honesta.

2 comentarios:

  1. Y el titulo que hay del titulo de la novela A mi me parece que está logrado o no? Tu q opinas???

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    1. Me temo que no salvo ni el título....lo siento pero ni eso!

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