viernes, 20 de noviembre de 2015

Teatro: Hullu (de Dominique Habouzit) _______ Los títeres de la soledad.


Lo mejor de la obra: Sus títeres, su historia, su montaje, el riesgo de lo que cuenta y la ternura que desprende toda la historia.

El momento de la obra: La chica accede por primera vez a su mundo interior, un mundo en calma.

A veces el teatro lo que hace es transportarte a la infancia, cogerte de la mano y darte un paseo por las sensaciones infantiles de la alegría, el asombro y la sorpresa.
Y eso es lo que precisamente hace Hullu de la compañía teatral francesa Blick Theatre.
La historia sin palabras de una joven con autismo parecía en la sinopsis una historia dura (que sin duda lo es) y cerrada, que trataba más de la denuncia que de la empatía, pero la magia de las historias contadas desde el cariño y el respeto como lo hace esta, es que consigue la involucración emocional del espectador porque apela directamente a sensaciones que todos hemos sentido alguna vez.
La incomunicación, la soledad, las ganas de huir… todo ese tipo de situaciones que como seres humanos hemos vivido y que en Hullu están representadas en esa niña que crea todo un mundo interior para poder sobrevivir.
Y es que el gran acierto de la obra es los saltos que da de la realidad del banco en el que esta sentada la niña, que representa el mundo en el que vive y convive, a su mundo fantástico al que accede desde una cuerda. Ese mundo habitado por pequeños seres sin boca, unos títeres impresionantes y tan bien logrados que da la completa sensación de ser reales.

Unos títeres que trabajan en la mente de la niña como defensa del mundo exterior transportando cajas, un juego que acaba convirtiéndose en un enorme muro de cartón que no solo protege, sino que por desgracia también aísla.

Y es que a medida que estos pequeños seres imaginarios apilan las cajas, el muro se hace tan grande que cualquiera que quiera entrar en la mente de la niña, nunca podrá traspasarlo. No podrá llegar a ella, el propio muro se encargará de tirar abajo a todo aquel que trate de salvarla.

Y poco a poco el mundo de imaginación se convertirá en una pesadilla, los títeres ya no serán los amables seres del principio sino unas lapas que imposibilitan la vuelta al mundo de la comunicación, del compartir.
La cuerda que une los dos mundos parecerá lejana e imposible de alcanzar.

Por eso el viaje de Hullu es el de la incomunicación, el de las barreras que genera y la incomprensión que se sufre.
Una historia sencilla con un decorado diáfano que centra sus esfuerzos en la joven y en los títeres. Tres actores para representar el viaje de esta niña y el de sus pequeños seres imaginarios, y una hora solo de duración para emocionar al público.

La labor artística de la obra es inmensa sobretodo en el trabajo con los títeres y su puesta en el escenario como si fuesen pequeños duendes que hace que te preguntas constantemente cual es el truco para que no parezcan muñecos, sino verdaderos enanos andando con vida propia por el escenario. Pequeños trucos de magia para caminar por una historia dolorosa.

 Que grandioso es cuando el teatro vuelve a su esencia más pura y presenta con pocos elementos una historia universal.
Que maravilla cuando con elementos infantiles nos habla a los adultos de temas complejos y nos hace emocionarnos como niños.

Que importante la investigación y la búsqueda de nuevas formas de hacer teatro para volver a lo esencial y enriquecerlo.
Hullu juega a contar como un niño lo que nos angustia como adultos.
Hullu es el tipo de teatro que yo amo.


 

 

3 comentarios:

  1. Hullu "loco/locura" en Fines Ni son todos los que están Ni están todos los que son...

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    1. Efectivamente! Además el juego de las cajas es una metáfora fantástica...

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  2. Hullu "loco/locura" en Fines Ni son todos los que están Ni están todos los que son...

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