Lo mejor de la obra: Sus títeres, su historia, su montaje, el riesgo de lo que cuenta y la ternura que desprende toda la historia.
El momento de la obra: La chica accede por primera vez a su mundo interior, un mundo en calma.
A veces el teatro lo que hace es transportarte a la
infancia, cogerte de la mano y darte un paseo por las sensaciones infantiles de
la alegría, el asombro y la sorpresa.
Y eso es lo que precisamente hace Hullu de la compañía
teatral francesa Blick Theatre.
La historia sin palabras de una joven con autismo parecía en
la sinopsis una historia dura (que sin duda lo es) y cerrada, que trataba más
de la denuncia que de la empatía, pero la magia de las historias contadas desde
el cariño y el respeto como lo hace esta, es que consigue la involucración
emocional del espectador porque apela directamente a sensaciones que todos
hemos sentido alguna vez.
La incomunicación, la soledad, las ganas de huir… todo ese
tipo de situaciones que como seres humanos hemos vivido y que en Hullu están
representadas en esa niña que crea todo un mundo interior para poder
sobrevivir.Y es que el gran acierto de la obra es los saltos que da de la realidad del banco en el que esta sentada la niña, que representa el mundo en el que vive y convive, a su mundo fantástico al que accede desde una cuerda. Ese mundo habitado por pequeños seres sin boca, unos títeres impresionantes y tan bien logrados que da la completa sensación de ser reales.
Unos títeres que trabajan en la mente de la niña como
defensa del mundo exterior transportando cajas, un juego que acaba
convirtiéndose en un enorme muro de cartón que no solo protege, sino que por
desgracia también aísla.
Y es que a medida que estos pequeños seres imaginarios
apilan las cajas, el muro se hace tan grande que cualquiera que quiera entrar
en la mente de la niña, nunca podrá traspasarlo. No podrá llegar a ella, el
propio muro se encargará de tirar abajo a todo aquel que trate de salvarla.
Y poco a poco el mundo de imaginación se convertirá en una
pesadilla, los títeres ya no serán los amables seres del principio sino unas
lapas que imposibilitan la vuelta al mundo de la comunicación, del compartir.
La cuerda que une los dos mundos parecerá lejana e imposible
de alcanzar.Por eso el viaje de Hullu es el de la incomunicación, el de las barreras que genera y la incomprensión que se sufre.
Una historia sencilla con un decorado diáfano que centra sus
esfuerzos en la joven y en los títeres. Tres actores para representar el viaje
de esta niña y el de sus pequeños seres imaginarios, y una hora solo de
duración para emocionar al público.
La labor artística de la obra es inmensa sobretodo en el trabajo con los títeres y su puesta en el escenario como si fuesen pequeños duendes que hace que te preguntas constantemente cual es el truco para que no parezcan muñecos, sino verdaderos enanos andando con vida propia por el escenario. Pequeños trucos de magia para caminar por una historia dolorosa.
Que grandioso es cuando el teatro vuelve a su esencia más pura y presenta con pocos elementos una historia universal.
Que maravilla cuando con elementos infantiles nos habla a los adultos de temas complejos y nos hace emocionarnos como niños.
Que importante la investigación y la búsqueda de nuevas
formas de hacer teatro para volver a lo esencial y enriquecerlo.
Hullu juega a contar como un niño lo que nos angustia como
adultos.
Hullu es el tipo de teatro que yo amo.
Hullu "loco/locura" en Fines Ni son todos los que están Ni están todos los que son...
ResponderEliminarEfectivamente! Además el juego de las cajas es una metáfora fantástica...
EliminarHullu "loco/locura" en Fines Ni son todos los que están Ni están todos los que son...
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