lunes, 23 de noviembre de 2015

Cuando el guión es lo de más.


Estrenada Ochoa apellidos catalanes en nuestros cines era indudable la dicotomía que se generaría entre la taquilla y la crítica.
Pocas películas aúnan de manera tan clara a un público que pagará varias veces la entrada y reirá a carcajada limpia, teniendo enfrente a la crítica especializada que no dudará en descuartizarla.
No voy a analizar la peli de Emilio Martínez Lázaro, eso ya lo han hecho todos y cada uno de los medios de comunicación de este nuestro país y todos y cada uno de los críticos que habitan en él.

Lo que me permite Ocho apellidos catalanes es escribir sobre algo que tenía muchas ganas de tratar desde hace tiempo…hablar de la figura del guionista, y muy especialmente de los dos creadores de esta historia:
Borja Cobeaga y Diego San José.

Hace doce años se estrenó en la televisión autonómica vasca un programa de humor llamado Vaya Semanita que siempre definiré como catártico.
No se si fue por el momento histórico en el que estábamos, por el hartazgo de la sociedad vasca en general de vivir con miedo, por la necesidad de reírnos de nosotros mismos, la cuestión es que aquel programa fue más que televisión, fue un paso más para hablar de nosotros como sociedad y sanar heridas que llevaban demasiado tiempo tapadas.

Cobeaga era el director de aquel programa y San José el coordinador de guiones, los dos fueron las cabezas pensantes y verdaderos creadores de aquel milagro.

Tiempo después abandonaban el programa y saltaban al cine. Borja como director/ guionista y Diego como coguionista. Pagafantas y No controles puede que no sean sus mejores trabajos, pero eran comedias dignas y con momentos divertidos.

Para entonces Cobeaga había incluso sido nominado a los Oscars con esa maravilla llamada Éramos Pocos, en la que en apenas unos minutos hacía uno de los mejores retratos de la soledad y la familia jamás filmados.
Con una Mariví Bilbao y un Ramón Barea estratosféricos.

O aquel otro cortometraje llamado La primera vez. SIN PALABRAS:

Tanto Cobeaga como San José han hecho trabajos realmente infumables, algo reconocido por ellos mismos en entrevistas y redes sociales. Nunca han presumido ni reivindicado ser los mejores (cosa que en comedia puede que estén bastante cerca de serlo, pocos como ellos para manejar situaciones y tópicos absurdos), y hará unos cuatro años escribieron un guión sobre los tópicos del norte y el sur. Una historia sencilla y directa, con sus aciertos y errores, que acabó siendo la película más taquillera del cine español, Ocho apellidos vascos.

No soy una gran fan de este fenómeno social, pero creo que el gran fallo de la película no fue en ningún caso el guión, sino un Emilio Martínez Lázaro en uno de sus peores trabajos en el que parece que ni se paso por el rodaje de lo mal dirigida que estaba la historia.
Pero reconozco que había ciertos gags al mejor estilo Vaya Semanita, con los que me reí mucho como ese Karra Elejalde recordando al novio del sur de Amaia  - del sur era, oye, de Vitoria. Pero tenía sus ocho apellidos vascos.
Esos puntos son en los que los guionistas brillaban, cuando jugaban con los tópicos y se reían de ellos.
La critica no fue benévola, tampoco las nominaciones a los Goya, que por el contrario si lo fueron con un Dani Rovira que seamos honestos, interpretar, no interpretaba.

Así que Cobeaga y San José volvieron a tomar la actitud (que yo creo acertada) de reírse de todo el revuelo y reconocer que sin ser un guión grandioso, algo especial tendría si habían conseguido llevar a tanta gente al cine.
Y aquí es cuando viene mi reivindicación… no de la película ni de su secuela, sino de ese algo especial que supieron crear para que diez millones de personas pasasen por taquilla para verla.

Como crítico la película podrá no pasar por los estándares pero es importante no infravalorar al espectador. Calificarlo como inculto o poco exigente es entrar en una guerra bastante prepotente, y dejar de lado algo objetivo:
La película ha conectado muy bien con la gente. Más allá de sus defectos, la gente ha visto y disfrutado algo en ella y ha conseguido llegar.

La segunda parte, Ocho apellidos Catalanes sigue la misma senda que la primera, a quien le gustó la de los vascos creo que disfrutara con el traslado a Cataluña.
En esta ocasión a los dos guionistas se les ha pedido que creen esta segunda parte en menos de un año, algo absolutamente surrealista en el mundo de los escritores. No quiero ni imaginar la presión a la que se habrán visto sometidos, las licencias que se habrán tenido que tomar y el poco control que habrán tenido sobre el resultado. Pero lo han sacado adelante, con un par de chistes buenos. Algo que parece una proeza visto las condiciones en las que han tenido que trabajar.

 
Borja Cobeaga y Diego San José han demostrado que son capaces de llevar al público a las salas, de hacer cine popular que conecta y gusta al público que quiere pasar un buen rato y olvidarse del exterior. Que los críticos oliven esto me parece un error, en los años jóvenes de mi abuela, que vivía en la posguerra en Santander,  era lo que la gente buscaba en el cine, el entretenimiento puro, el divertimento de pasar el rato. No habíamos desarrollado a su alrededor toda una ciencia de análisis y critica, ni la habíamos convertido en el séptimo arte todavía. Que una gran mayoría busque evasión no es un delito ni un pecado, que algunos busquemos más y mejor, es otra cosa.

Así que este post es una defensa de estos dos guionistas, de su trabajo más que digno y del talento que ya han demostrado en estos años.
Quien necesite una demostración de ello puede ver la película Negociador de Borja Cobeaga
o el guión de Diego San José en la TV movie Aupa Josu,
para comprobar la capacidad de estos dos vascos para hacer historias de grandísimo calidad, valientes y arriesgadas.

Lo que pretendía ser un post para analizar la desconexión que existe en mucha ocasiones entre el cine popular y la crítica me ha salido un post de defensa a capa y espada de estos dos guionistas.
Pero es que el trabajo de estos dos señores me gusta mucho. Súmale a este binomio el riesgo de otro director como Nacho Vigalondo y el cine tan personal de Koldo Serra, y ya tenemos el cuarteto joven vasco más potente del cine.
El futuro debería ser de ellos. Con y sin taquillazos, con y sin la crítica a su favor.


1 comentario:

  1. Excelente análisis Esperemos que no les pase a los guionistas como al Harry de Woody Allen .Desconstructing Harry. quien teme un bloqueo de su creatividad O es un temor del propio guionista... Aupa Cobeaga y San Jose Visca el cine que nos hace reir en este mundo convulso Que no es facil

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