jueves, 26 de noviembre de 2015

Mis personajes femeninos del cine. Del 10 al 6.


Allá por el mes de mayo hice una lista con mis personajes femeninos favoritos de las series de televisión actual. Seis meses después he decidido hacer lo mismo pero con las del cine.

Primer problema: Son tantas y tan variadas que es imposible abarcarlas a todas, así que decido acotarlo a las películas estrenadas en los últimos cinco años.

Mis personajes femeninos cinematográficos favoritos del 2010 al 2015.

Segundo problema: Seguro que alguna se me queda en el camino, se me olvidará alguna fundamental…
pero al final, como es una lista subjetiva están las que más me han marcado, las que elijo con el corazón.

Viendo las diez mujeres que he elegido me doy cuenta que tienen ciertos rasgos en común;
Uno: que todas son de drama, lo que de alguna manera refuerza la teoría de que soy una persona muy intensa
Segundo: que todas son protagonistas o coprotagonistas de su película. Ninguna es un apéndice del hombre, todas tienen su arco argumental ligado a sus decisiones, emociones o sentimientos, no son un vehículo para el lucimiento del todopoderoso protagonista.

Estas son el tipo de mujeres que me gusta ver en el cine, las que reflejan la complejidad de la realidad, no las que elevan a los altares a la mujer solo por serlo ( las que nos colocan solo como madres, santas o vírgenes) o las que nos desprecian a un segundo plano.

Estas son las mujeres que elijo como las mejores del cine.
Aquí van del diez al seis.
 
Número 10: Lea Séydoux y Adèle Exarchopoulos en La vie d'Adèle (de Abdellatif Kechiche). 2013.
El festival de Cannes del 2013 sufrió un absoluto maremoto el día que esta película se presentó a competición y no hubo un solo crítico de cine que no abrazase la nueva película de Kechiche como una obra maestra.
Y claro, se me generaron tantísimas expectativas que el primer visionado que tuve de esta historia de amor me dejo absolutamente fría.
Pero la historia fue creciendo en mí con el paso del tiempo, entendí lo que los críticos habían visto en ella y la grandísima belleza que encerraban todos y cada uno de sus planos. Lo sensorial de toda la historia que Kechiche cuenta y sobre todo el enorme y maravilloso trabajo de estas dos jóvenes actrices francesas que pusieron absolutamente todo para que la historia sea la película de culto que es actualmente.
Tanto Lea como Adéle se desnudaron física, emocional y anímicamente para interpretar la que es una de las historias de amor más hermosas jamás filmada y uno de los alegatos más bellos sobre el amor homosexual. Nada en la película se ve forzado, nada resulta artificial, cuando estas dos mujeres están juntas desprenden química, deseo, pasión, ternura y enamoramiento como para poder iluminar toda una central nuclear.
Después del estreno llegaron los reproches entre actrices y director, una acogida más bien tibia en Francia y la casi calificación de película X en EEUU. Parecía que tras la impresionante acogida en el festival de Cannes el ambiente se enrarecía para el director tunecino.
Nada de eso importa un par de años después, el trabajo de Adéle y Lea, especialmente en la  tremenda escena de la  ruptura es probablemente una de las cosas más grandes, emocionantes y bellas que se hayan visto en cine jamás.

 
Número 9: Natalie Portman en Cisne Negro (de Darren Aronofsky). 2011. 
Lo contrarío que con La vie d´adele, con Cisne Negro mi flechadoz fue inmediato. El trabajo de Natalie Portman me pareció tan complejo, tan difícil, tan extraordinario que salí del cine como transportada. Y también al contrario de Adéle y Lea, Natalie si lo ganó todo aquel año. Cualquier premio de interpretación del 2011 está en la estantería de su casa.
No le hizo falta disfrazarse, ponerse prótesis o llevar un culo falso para dotar a Nina de una profundidad aplastante. Las obsesiones, el infierno, la exigencia y en definitiva el sufrimiento por el que pasa esta bailarina es probablemente una de las interpretaciones más impactantes y difíciles vistas en el cine moderno.
Si tuviese que quedarme con un momento sería en la parte final, cuando el cisne blanco da paso al cisne negro y en medio de la coreografía la cámara se acerca al rostro maquillado de Natalie, y en su mirada, en su movimiento podemos ver perfectamente la transformación no solo del baile, sino también el de esta mujer que al alcanzar lo que ella considera perfección ya no necesita seguir más. Esa escena es a lo que cualquier actriz aspira en su vida, Natalie Portman lo cogió, lo hizo y lo bordo, y de paso entro en el olimpo de las diosas.
 
Número 8: Itziar Aizpuru en Loreak (de José María Goenaga). 2014.
A veces, en el cine me suelo quedar con las interpretaciones más llamativas, las que siento que tienen mucha complejidad, las mujeres que tienen un arco emocional difícil o lleno de baches.
Y el año pasado llego esa maravilla hablada en Euskera llamada Loreak, y en ella una Itziar Aizpuru que me dio una lección con todas las letras.
La matriarca vasca de la película de Goenaga es un personaje tejido desde la sutilidad, desde las raíces de la historia de la generación de mis abuelas en las que la familia era la columna vertebral y las madres el cráneo.
El amor a su hijo, el desgarro que supone para ella su pérdida y la parte final marcada por la terrible enfermedad del alzheimer es el viaje de esta señora, que Itziar dota de una humanidad, fuerza y sensibilidad apabullantes.
Su trabajo es como un bordado tan elaborado que no se notan los remates. Ella hace su trabajo para que el espectador no note la dificultad, se pone a disposición de la historia general sabiendo que ella es un engranaje más.

La belleza de esta señora de setenta y un  años y de su hermoso trabajo en esta película, demuestra que la edad es un simple número, el talento es atemporal.

Número 7: Barbara Lenni en Magical Girl (de Carlos Vermut). 2014.
Lo contrarío al trabajo de Itziar Aizpuru es el de la joven Lenni en la película Magical Girl.
Personaje lleno de lagunas que el propio espectador debe rellenar, Bárbara pone a disposición de Vermut todo su talento, que es mucho, para dar vida a esta mujer que intuimos manipuladora, torturada y ambigua para crear uno de las mujeres más desconcertantes vistas en el cine actual.
Todo en ella es poliédrico, difícil y extremo, a lo que Bárbara presta su mirada oscura y misteriosa.
El futuro del cine es de esta Lenni, y el del teatro. Ella es una de las razones por la que el futuro del cine y teatro español sean esperanzadores.
Y quiero saber más de la habitación de lagarto, o no, o si… yo que sé.

Número 6: Emmanuel Riva en Amour (de Michael Haneke). 2012.
Hay dos directores europeos que me fascinan y con los que conecto muy fácilmente. Uno es Jacques Audiard, el otro es Michael Haneke. El segundo, director alemán que trabaja casi siempre en francés y con actores francófonos, rescato hace tres años a una Emmanuel Riva de ochenta y seis años, para convertirla en la protagonista de su película titulada Amor.
Otra vez el alzheimer y Emmanuel que despliega frente a la pantalla el arsenal que da la veteranía para mostrar al monstruo de la enfermedad. Su interpretación es tan desgarradora, tan dura, tan real, tan profunda que cuando termino la película yo no era capaz de llorar. Aquello no era emocionante, era terrorífico, difícil, tan real que asustaba. Riva había, literalmente, absorbido al personaje.
Que una mujer decida hacer, a la edad de Emmanuel, un trabajo como ese solo demuestra la valentía de la mujer, porque hay que tener un par de ovarios para enfrentarte cara a cara con la enfermedad cuando tienes ochenta y ocho.
Riva fue incluso nominada al oscar, que finalmente gano Jennifer Lawrence (no entremos en este tema que me mosqueo!) y subió a por el Cesar a la mejor actriz en los premios franceses. Todo con una elegancia y dignidad que demuestra que lo de la edad no es impedimento para hacer uno de los personajes más importantes del cine, solo hace falta un guión perfecto, un personaje importante y una actriz maravillosa dispuesta a demostrar que cuando se tiene, se tiene.
Y las jóvenes que cojan un cuaderno y un bolígrafo y tomen nota. Así es como se hace, dejen paso a la maestra.
 

Cinco mujeres, cinco personajes femeninos, todos diferentes pero todos inspiradores. Nada de esto sería posible sin el guión que los crea ni el director que las dirige. Porque en los cinco casos están dirigidas por hombres.

Nuestra lucha debería ser esa, la de los guiones y la dirección. Necesitamos más mujeres tras las cámaras, más mujeres contando historias y escribiendo guiones. Necesitamos más oportunidades para ellas.
Una vez demostrado que las mujeres a cualquier edad pueden interpretar a cualquier personaje, necesitamos conquistar también la parte de detrás de la cámara.
P.D.Mañana del cinco al dos. El uno irá en un solo post, es demasiado importante y grande como para

2 comentarios:

  1. Vaya trabajo. Bravo. Deseando saber quién va a estar (o ser) la primera ??? Aunque creo tener una ligera idea No será? .......

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  2. Vaya trabajo. Bravo. Deseando saber quién va a estar (o ser) la primera ??? Aunque creo tener una ligera idea No será? .......

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