sábado, 23 de mayo de 2015

Teatro: El largo viaje del día hacia la noche ( de Juan Jose Afonso) ________ Teatro con aroma clásico para despedir la temporada.


Lo mejor de la obra: El que sea fiel al teatro clásico. Se mantiene honesta con lo que es, teatro sin grandes artificios ni innovaciones apoyado en el texto y las interpretaciones.
El momento de la obra: La conversación entre el padre ( Mario Gas) y el hijo mayor (Alberto Iglesias) en la primera parte de la obra sobre decepciones paternas y frustraciones como hijo.
La frase de la obra:  "Veo que esta noche no vamos a obviar los temas complicados"  Edmund Tyrone ( Juan Díaz) el hijo menor.

Ya ha llegado el final del festival teatral vitoriano en su versión Invierno-Primavera. Hasta el próximo otoño ( lo que se programa en agosto, en fiestas de Vitoria, no es lo que yo denominaría teatro como tal, sino un "programo unas obras para echar unas risas, y ya si eso volvéis en octubre que es cuando empieza lo bueno), no volveré a pisar el Principal, y eso siempre me causa cierta tristeza. Siempre me gusta pensar en la obras que me quedan por ver, por disfrutar, con cual me emocionare, cual aborreceré y cuales se me quedarán grabadas.
Con un poco de suerte, y si todo sale bien, igual me queda una obra en el Arriaga de Bilbao y como no, un par de ellas en París para Julio.
Pero en el Principal... Hasta Octubre...Nada. Lo llevo francamente bien.

Bueno, no pasa nada.. ( arriba ese ánimo Mélody... es lo que me digo).

Me ha gustado que la obra para despedir esta temporada sea una obra inspirada en lo clásico como es este Lago viaje del día hacia la noche.
Soy muy abierta respecto a que el teatro que más me interesa es el innovador, el que busca nuevas fórmulas, nuevos horizontes.
Pero sería un absoluto engreimiento por mi parte despreciar lo clásico. Creo firmemente que para poder innovar hay que entender el pasado, conocerlo, amarlo.
Y por eso me interesan las obras que se atienen a lo que el teatro era en su origen, texto e interpretación. Y esto es lo que esta obra hace. Coger un texto de Eugene O´Neill y llevarlo a escena con cinco actores. Un decorado sobrio, un vestuario de época, un par de botellas de licor y unos libros en una esquina, nada más para no desviar la atención del espectador.
Eso sí, tal y como decía un critico teatral que leí hace no mucho, no hay obra en la que Mario Gas no trabaje (ya sea de director o de actor) en la que no se pongan unas proyecciones. En este caso se proyecta el mar. Sencillo y directo  ( pero proyectado en unas cortinas... ¿Verdad señor Gas?)

La función trata de una familia, una pareja ya mayor y sus dos hijos, que pasan el verano en una casa de playa.
Lo que empieza siendo un desayuno amable con risas y chistes entre unos y otros se tornará más oscuro a medida que pase el día o lo que es lo mismo la obra.
Desde el principio notamos la tensión frente tanta aparente felicidad. Entendemos que esos chistes y bromas no son más que dardos envenenados que disfrazan lo que realmente se quiere decir.
Y es que si toda relación es complicada, la que está debajo de ese paraguas que llamamos familia es un hervidero de problemas.
Lo que callamos, los sueños que no nos atrevemos a decir y las frustaciones que eso nos genera. Los sentimientos complicados, en los que amamos a los nuestros pero a los que también odiamos, todo eso está en la obra. El texto de O´Neill trata esto haciendo subir de intensidad a medida que pasan las horas, porque la verdad acaba saliendo al final del día. En ese final, deberán enfrentarse al dolor de que la salud de las personas que amamos no se puede controlar, y si el dolor que esto nos provoca se gestiona mal puede llevar a una persona a la locura. Como cualquier dolor sin gestionar.

Además, uno de los puntos de la obra que más me interesa, es de la relación padre-hijo y como lo han sabido llevar.
Porque tenemos dos momentos clave para ese padre interpretado por Mario Gas con sus dos hijos.
Con el mayor, tenemos en la primera parte una de las conversaciones más honestas y difíciles que pueden tener un progenitor y su hijo. De hecho esa conversación me ha recordado mucho a la que tenía Juan Diego Botto y Federico Luppi en Martín Hache. Esa maravillosa película Argentina de Adolfo Aristarain.

Todo lo que un padre espera de su hijo, todo lo que este hijo intenta para que ese padre se sienta orgulloso, dejando incluso su propia autoestima por el camino. Y la frustración que supone el no conseguirlo. Porque eso no se consigue nunca. Intentar cumplir las expectativas de otros es un callejón sin salida. Y para Jamie Tyrone, el hijo mayor, es el de el alcohol y la auto aniquilación.
La conversación es tan honesta, tan bien llevada, tiene tantos intentos del padre de chantajear a su hijo y de este de estar constantemente a la defensiva, que la convierte para mí en la escena la obra.
El segundo hijo tendrá su momento en la segunda parte. Tras el descanso. Porque como toda obra que intenta recuperar lo que se hacía antes, hace un descanso de diez minutos.
Y en esta segunda parte, es cuando el hijo pequeño y el padre tendrán la posibilidad de sincerarse. Y tanto como con el hijo mayor, el padre guarda frustración y una relación pasivo agresiva bastante salvaje, con su segundo hijo parece ser más benevolente. Al fín y al cabo este hijo está enfermo y no se sabe si sobrevivirá. Esto parece hacerle más vulnerable y por lo tanto más abierto y emocional con él.
Dos hijos, dos relaciones. Como la vida misma. Y a través de ellas, conocemos y definimos al padre.

Mario Gas/ Vicky Peña:  El perfecto reloj suizo.

Que dos personas se divorcien no se si debería influir en su trabajo, pero sin duda lo hace en su relación. Que ese cambio haya sido usado en el propio beneficio de esas personas es un logro que parecen haber conseguido Vicky Peña y Mario Gas.
Ex pareja en la vida real y un tándem muy bien engrasado en el teatro.
Sobre el escenario se nota, transmiten la confianza de dos personas que se conocen muy bien, que han vivido mucho juntas. De dos personas que confían la una en la otra, que se admiran y se respetan.
Todo eso se ve cuando trabajan juntos.
Mario Gas no ha dudado en dirigirla y darle uno de los personajes que todas se mueren por hacer como es la Blance DuBois de Un tranvía llamado deseo, una obra que pude ver hace un par de años, y que no fue el mejor trabajo de Gas.
Debo reconocer que Vicky Peña siempre me ha interesado, me parece una actriz con un rostro y una forma de interpretar muy especial, lleno de fragilidad, emoción casi quebrada que siempre está al limite de la locura.
El pero que le pongo, es que se está especializando en este tipo de registro. Un registro que domina, que transmite perfectamente, pero que la limita hacia otros lugares que yo todavía no la he visto explorar.
Su Mary Cavan Tyrone es muy parecida a su Blance de Un tranvía. Siempre bordeando la locura, atravesándola en muchas ocasiones, siempre atrapada por una familia asfixiante.

Mario Gas, recupera su faceta de actor en esta obra. Siempre imponente, siempre magnético, es un actor con una voz y una actitud especial.
Su James Tyrone al finalizar la obra ya no puede controlar nada más, y a Mario no le hace falta mucho artificio para hacernos ver la incredulidad de este hombre ante lo que ya no está en sus manos.

Ahora sí. Me despido de esta temporada. Con un teatro puramente formal. Tanto que la chica que estaba sentada a mi lado se ha dormido.
Quizás sea verdad que nos estamos acostumbrando a mucho artificio, y necesitemos como espectadores volver a reconectar con un teatro que saborea las palabras, que no tiene prisa en contarnos lo que quiere contarnos y en llevarnos hasta el final. Un teatro que hace descansos y que esta dividido en dos partes.
Yo desde luego necesito revisitarlo de vez encuando. Una pena  perderme el festival de Mérida este año. Me vendría muy bien volver a la raíz.

P.D. Al salir de la obra una chica que iba delante mío le ha comentado a su acompañante... ¿ Has visto que estaba el de " La que se avecina"? 
Yo que no veo esa serie, creo que estaba hablando de Juan Díaz, pero todavía no lo tengo claro.
Creo que Mario Gas y Vicky Peña no hacen televisión. CREO.

Un día necesito escribir sobre este mejunje de fama, series e intento de volver al teatro de algunos actores. Tiene que ser un poco desquiciante para ellos.

P. D. 2: Que Mario Gas tenga que parar una obra porque una señora esta mandadao un mensaje con el móvil, y con toda esa maravillosa y potente voz diga en medio de la función " A ver, la de la segunda fila que guarde el móvil"  y todo el mundo se quede callado y él siga, es algo que merece ya no tener piedad con los que no apagan el teléfono y lo sacan en medio de una función. Si, señor ha llegado el momento....




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