Creo que Alberto pasaba por alto algo importante, que hay veces, especiales y preciosas ocasiones en que el trabajo, el talento, el texto, los actores, la historia y la dirección se alinean en una misma onda para convertirse en una OBRA MAESTRA. Nadie tiene la formula mágica ni sabe los elementos que hacen falta para ello, pero cuando ocurre es extraordinario.
Urtain lo tuvo, Lluvia constante también, igual que El Intérprete y La clausura del amor. Obras de teatro en la que todo encajaba como un reloj suizo y además tenían corazón.
Incendios entra directa en este olimpo, en el que ninguna es mejor que la otra porque ya son redondas de por si, y todas forman parte eso que hace grande el teatro. Del que tiene alma y vida propia.
Incluso en sus obras menos logradas, como aquel Invernadero de hace un año o en sus obras más interesantes, como Un tranvía llamado deseo, Gas habla al espectador desde quien ama lo que cuenta y ve en el teatro un medio de comunicase con el espectador, nunca rebajándole o poniéndose por encima de él.
La búsqueda de Jeanne y Simon de un hermano y un padre que desconocían hasta la muerte de su madre, es la historia de Nawal, una mujer inculta que vive en un pueblo del Líbano y que tras serle arrebatado su hijo, su abuela le pide que huya para buscar nuevos horizontes y aprenda a leer y escribir para huir de la miseria.
Años después Nawal vuelve a su pueblo para buscar a su hijo, y acompañada de Sawda emprenderá un camino que la cambiará para siempre.
Una carta para su hijo Simon que deberá entregarle al padre desconocido, y una carta para su hija Jeanne que tendrá que dársela a su hermano desaparecido. A partir de aquí los dos gemelos tomarán dos caminos diferentes, ella necesita respuestas y a través de la actriz Carlota Olcina que pone todo el mimo en interpretar a una Jeanne que necesita por encima de todo respuestas. Mujer inteligente, catedrática de matemáticas, no consigue que si vida encaje como lo hacen los números con los que trabaja. En la segunda parte encontrará las respuestas, de esas que parten en dos a un ser humano.
Él es el primero en conocer el pasado de su madre, el hombre que da y encaja golpes en sus peleas amateur de boxeo, dejará de hablar en el momento que la verdad sobre su madre le de el KO.
Le pone piel un Alex García que jamás había estado mejor, que derrocha ternura en un personaje perdido que solo tiene en la vida a su hermana y el boxeo. Y por ella buscará a su padre, para darle la carta que le pide su madre.
La Nawal mayor corre a cargo de NURIA ESPERT. Podría utilizar todos los adjetivos de admiración que existen en el diccionario y aun así me serían insuficientes.
Hay un momento en el segundo acto en el que la actriz se pone frente a nosotros, que dejamos de ser público para ser jueces, y durante un cuarto de hora recita su parte de la tragedia, la vergüenza, el horror, el sufrimiento, la desgracia. No hay movimiento, solo ella, nosotros y la palabra.
Y entonces lo entendí, el teatro fue hecho para momentos como ese. Para momentos en una obra de teatro perfecta en el que una mujer de ochenta y dos años se transforma en otra persona para movernos la conciencia, emocionarnos el alma y quedarse en nuestro corazón. Momentos en el que la edad deja paso a la mirada honesta y desgarrada de una Espert que deja de ser Nuria para ser Nawal.
Incendios es ante todo un viaje, una historia personal que lleva el nombre de Nawal pero que por desgracia podría ser el de cualquier ser humano que vive en un país en guerra, cualquier ser humano que tenga que coger sus cosas y huir porque su hogar no tiene un mañana.
Mario Gas no hace un alegato político, no es moralista ni maniqueo, es el director de una historia emocional y somos nosotros los espectadores los que la recibimos y hacemos con ella lo que podemos, porque golpea. Golpea fuerte.
Salí del teatro con el estomago encogido, con la adrenalina por las nubes y en shock. Porque había visto una historia contada con cuidado y con mimo, no tenía la sensación de haber visto una noticia de telediario, sino haber escuchado la voz de una persona contándome su historia.
Esto es lo que hace grande el teatro, cuando una historia es personal y golpea, cuando hay honestidad en lo que se cuenta, y cuando hay emoción real.
Incendios es todo esto y más. Y es una historia inacabada para mi, porque necesito volver a reencontrarme con ella, por eso en Febrero volveré al Teatro Arriaga, para volver a verla, para que me vuelvan a contar la historia de Nawal.
Por la paz
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