Hoy voy a hacerle un homenaje a mi abuela parisina. Y a mi descubrimiento de esta mujer que
este año va a cumplir los 90 años. En este tiempo he aprovechado para pasar tiempo en su casa, para pasar
tiempo con ella. Coincide en una etapa de absoluto re enamoramiento de París y
de redescubrir y amar el que es el país natal de mi madre. Redescubrir su
cultura y su forma de ver las cosas.
La sensación que me embarga cuando llego a la estación de
Montparnasse cada vez que voy es de absoluta alegría. Sé que me esperan días
especiales. Y ahí está ella siempre esperándome y preocupada por si me pierdo o
si me pasa algo cuando voy. Y eso que sabe que me conozco el camino de memoria
y que me manejo en la ciudad como Pedro por su casa.
Solemos hacer planes juntas los fines de semana o festivos porque
los días de labor la campeona de mi abuela acude a comer a un centro de mayores
y tiene las narices de decirme que va para poder ayudas a las viejillas del
centro que no se pueden valer por sí mismas. Con 90 años. Ella es la que
ayuda...con 90 años. En serio.
(Ayyyyyyyyyyyy amigo... de aquí viene lo que viene. Mi pasión
por el cine no podría ser más que heredada. Algo que se aprende desde pequeña.
A mí me la transmitió mi madre, a esta la suya.)
Reconozco que la suelo liar para ver las pelis que yo
quiero. Le leo los argumentos a medias, le digo de mentirijilla alguna actor o
actriz que le gusta aunque sé que puede odiar a otro, le digo que está en un
cine cercano aunque sé que no es tan cerca... en fin, ese tipo de cosas que al
fin y al cabo son mentiras piadosas.
Lo bueno que tiene es que le suelen gustar todas las pelis.
Lo malo es que cuando me dice que le ha gustado yo no me atrevo a decirle que a
mí me ha parecido un truño. Pero ella aguanta, porque le gusta el cine. Le
gusta ir a una sala y que se apaguen las luces y la emoción de saber que aunque
haya leído el argumento, no sepa realmente como va a ser la historia que le van a contar. Es curioso, porque a mí me pasa igual.
Llegados a este punto, va a parecer que todo es de color de
rosa, que tenemos una relación maravillosa y que somos como la película Paseando a
Miss Daisy. Todo calma y armonía.
De hecho, nuestra relación tiene más de esto....
Vale, estoy exagerando...
O igual no.
Que más da.
Lo que sí sé es lo que me he dado cuenta de lo que me queda.
Las comidas con ella ( aunque me ponga muy nerviosa lo lento que come), las
noches en su sofá viendo cualquier programa que en mi casa no vería ni con una
pistola apuntando a mi cabeza ( y ella regañándome porque no conozco a nadie de
los famosos franceses... abuela, estoy en ello, estoy aplicándome para conocer a
los famosillos de por allí), y sobre todo los paseos andando del restaurante hasta el cine medio arrastrándola porque
llegamos tarde y ella gritándome que hubiese elegido un sitio más cerca, que el
cine que he elegido es lejos ( muchas veces la llevo a los cines de los campos elíseos, que yo que me creo medio
parisina pero en el fondo soy una turista accidental y mi abuela que es una parisina de verdad odia porque
no puede haber nada más turístico. Y eso amigos... es cateto en París).
Así que esto va por ella. Por mi abuela.
La respuesta de mi abuela me la guardo pero todavía me estoy
descojonando por ello.
Este blog està lleno de emociòn GRACIAS
ResponderEliminarMelody!! Me ha encantado esta entrada y el blog una buena referencia para enterarme de lo que merece la pena ver
ResponderEliminarMe ha encantado Melo...
ResponderEliminarTrès beau texte, plein d'amour et d'humour, continues à nous enchanter avec d'autres histoires 👏🏻👍🏻💗 tu devrais lui lire 😉
ResponderEliminarMoi aussi je trouve que c'est une bonne idee Thalie
EliminarMe estoy partiendo de risa ahora mismo! Recordando lo q nos reímos en París también cuando tu abuela nos acogió en su casa. Grande tu abuela!!
ResponderEliminarMenuda la abuela. Dignas la hija y la nieta.
ResponderEliminar¡¡¡Como para no ser blogera la niña !!!
Carmen M.O.