viernes, 24 de abril de 2015
Teatro: El testamento de María ( de Agustí Villaronga)_________Cuando un buen texto y una gran actriz no son suficientes.
Lo mejor de la obra: Blanca Portillo hace lo que puede con lo que le han dejado hacer.
El momento de la obra: Cuando María sueña que Jesús a resucitado.
La frase de la obra: En las que María llama a los discípulos de Jesús, mis guardianes.
Bueno, después de unos post más bien dedicados a otros menesteres ya es hora de volver a hablar de lo que realmente me hizo abrir este blog. El teatro.
Anoche llego al teatro Principal este monólogo que ha dirigido Agustí Villaronga e interpreta Blanca Portillo. No podría apetecerme más, ni podría tener mejor pinta. Pero tal y como he comentado en otro post sobre teatro.... lo bueno y lo malo de las obras es que te llevas sorpresas.
A veces maravillosas, otras decepcionantes.
Llevar a escena un monólogo sobre la madre de Jesús de Nazaret es arriesgado, pero si detrás tienes un texto como el escrito por Colm Tóibín tienes un material al que agarrarte para plantear una historia interesante y valiente.
De hecho, así es. La historia de una María pagana que no entiende que su hijo se proclame hijo de Dios, que diga que hace milagros y que sea crucificado es un punto de partida muy potente. Que lo interprete Blanca Portillo, maravillosa como siempre, es el corazón de la obra; Entonces, ¿ Qué falla? la dirección sin duda.
Agustí Villaronga es un reputado director de cine. Es un contador de historias arriesgadas y en su mayoría oscuras, que habla sin tapujo sobre los sentimientos más difíciles del ser humano. Esto al menos es así en el cine. Pero la gran pantalla no es lo mismo que el teatro. Su lenguaje es totalmente diferente. Licencias y ritmos cinematográficos no se puede aplicar a la escena. Y me da la sensación que Villaronga no lo ha entendido.
Es la primera obra que dirige en el teatro y me temo que cae en uno de sus grandes males, creer que el hacer que un actor se mueva de un lado para otro es ritmo. Que el que deje gritar a la actriz principal en los momentos más dramáticos es emoción. Pues no. Error. La sutilidad, la lectura más profunda, la dirección más férrea es lo que hace una obra más grande.
Es una lástima. Porque tenía los dos pilares fundamentales que se necesitan para montar una buena obra: un texto complejo y una actriz brillante.
Se demuestra entonces, que sin un buen director detrás, cualquier gran material se puede echar a perder.
Tal y como comentamos Ruth Calvo y yo al final de la obra, el gran mal que la adolece es que acaba siendo plana, o lo que es lo mismo, un tanto aburrida.
Esta obra necesitaba y debía ser más.
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